Daniel Kaufmann
Gobiernos de izquierda y derecha son igualmente propensos a la corrupción

Daniel Kaufmann ha trabajado en el Banco Mundial, en el Instituto Brookings y, actualmente, en el Instituto de Gobernanza de los Recursos Naturales. Se le considera pionero en la lucha contra la corrupción a nivel mundial con una veintena de publicaciones en la materia. Durante muchos años impulsó el desarrollo de instrumentos innovadores de medición y análisis internacional de gobernanza. Su posición de liderazgo lo llevó discutir sobre corrupción directamente con líderes mundiales como Fidel Castro, e, incluso, generar la molestia de Carlos Menem, cuando era presidente de Argentina, por los hallazgos incómodos de un estudio publicado.


Ethos: Usted ha mencionado que tanto gobiernos de izquierda como de derecha tienen la misma inclinación a combatir la corrupción, ¿cómo llegó a esa conclusión?

Kaufmann: Hace años, cuando se trabajaba en las bases de datos internacionales sobre corrupción, se analizaba la tendencia ideológica de los gobiernos en turno, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, y se descubrió que la correlación entre esas tendencias ideológicas y los índices de corrupción era cero. En otras palabras, la probabilidad de tener un gobierno corrupto de izquierda o de derecha en un país era prácticamente la misma. Al que le interesó muchísimo fue al comandante Fidel Castro, en 2005. 

E: ¿Usted lo platicó en persona con Fidel Castro?

K: A mí me invitaron a Cuba a dar una de las ponencias plenarias sobre gobernanza y lucha anticorrupción. Era un auditorio enorme, había 5 mil personas. En la primera fila estaba Fidel Castro con toda su plana mayor. Cuando terminó, después de tres horas, el comandante se paró y nos dio la mano (a los expositores), y empezó una conversación totalmente abierta, no solo conmigo, también con los otros.

Él dijo que quería hacerme dos comentarios: uno, que le pareció muy interesante eso de la ideología y de la corrupción, y que lo iba a pensar. Y el segundo punto que le pareció interesante fue cómo mostré a Cuba comparativamente con otros países. Dijo que no le había impresionado que yo lo comparara con Chile, porque Chile y Cuba son tan distintos, entonces no es tan relevante. Pero le interesó mucho que lo comparara con la realidad de Vietnam y China. Antes de irse, dijo: ‘pero quiero comentarle que hay una diferencia muy importante entre la corrupción en Cuba y la corrupción en Vietnam y China. Todos los países tenemos desafíos de corrupción, y no hay que negarlo, el asunto es que en esos otros países la corrupción también es de alto nivel, aquí es solo del nivel medio para abajo’, y se despidió. Por eso es muy importante el poder de los datos, porque la gente se enfoca en los datos y hay reacciones.

E: ¿Qué reacciones han tenido a los datos que ha presentado en sus informes?

K: El presidente (Carlos) Menem mandó al embajador de Argentina en Estados Unidos a hablar con el presidente del Banco Mundial para pedir que me expulsaran, porque yo hice una presentación a un grupo de Argentina, de números que teníamos. El presidente del Banco Mundial le dijo: ‘yo tengo otro mensaje de vuelta para el presidente: yo no solo conozco muy bien a quién está haciendo este trabajo, yo conozco cada punto, cada dato, y yo creo que es muy importante que el presidente de Argentina también pueda entender estos datos y por qué Argentina está tan mal’. Estos datos, con los que nosotros trabajamos, provienen de muchas fuentes, y cada uno tiene margen de error. No existen datos perfectos, por definición, porque el problema está oculto, entonces hay muchos que son aproximaciones, tienen elementos subjetivos, de percepción, de juicio, pero ese es el caso de muchos datos, y no es razón para desecharlos.

Por eso hay que ser cuidadosos estadísticamente para saber cuál es el margen de error, con el cual también somos transparentes sobre el grado de imprecisión de los datos. Entonces los datos tienen algo de ruido, estas imprecisiones, pero tienen mucha señal y contenido. Hay un margen de error, pero no es lo suficientemente grande, y muestran que Chile, Costa Rica, Uruguay están a un nivel totalmente distinto en América Latina que como están Argentina o México.

E: Usted ha mencionado que, para combatir la corrupción en un país, ayuda mucho tener al frente un líder carismático, con voluntad política para cambiar la situación, pero que no es una garantía de éxito.

K: La necesidad de voluntad política es obvia. Lo que no es tan obvio es el origen de esa voluntad política. Por eso debemos preguntarnos cuál es el entorno del liderazgo, tanto político como económico del país, que pueda conllevar a incentivos para que haya esa voluntad política. Obviamente deben tener integridad básica, pero después entra un sistema de incentivos: si funciona bien la democracia, si la ciudadanía está lo suficientemente involucrada y consciente de este problema, y así el liderazgo sabe que si no lo hace bien, sale, son reemplazables.

Por eso es importante el tema de la democracia interna de los partidos políticos. Cómo se escoge y reemplaza al liderazgo de un partido político. Por eso el desastre de Reino Unido en este momento, el país no escogió a Boris Johnson, es la élite dentro del partido, solo unos cientos de personas son los que escogen. Eso ocurre mucho en América Latina, porque no se ha refrescado el sistema de cómo se escoge el liderazgo de los partidos políticos. Por un lado, había un avance enorme durante las últimas décadas hacia la democracia, hace treinta, cuarenta años teníamos militares en todas partes, pero por otro lado esto no ha conllevado a una gran modernización y democratización de los partidos políticos. 

E: Desde su punto de vista, ¿cuáles son las condiciones mínimas que un gobierno debe cumplir para lograr un combate efectivo de la corrupción?

K: Que puedan dar el ejemplo y tener la legitimidad y autoridad que conlleva tal integridad. Eso es obvio y seguro. Lo que es menos obvio es tener conciencia muy clara en cuanto a cuáles son los intereses creados, las influencias indebidas y los riesgos de captura de un Estado. Saber qué hay alrededor, política y económicamente, de la gente allegada al liderazgo del gobierno. Este tipo de corrupción es mucho más costosa para un país, y menos estudiada que el aspecto transaccional, administrativo y burocrático. 

E: ¿Hay alguna buena práctica legislativa o burocrática que usted reconozca que haya logrado avances importantes en la lucha contra la corrupción?

K: Uno no lucha contra la corrupción luchando contra la corrupción. Básicamente quiero decir que no se logra adoptando un nuevo decreto, otra ley contra la corrupción, todos los países las tienen. La solución es la implementación de sistemas de incentivos. Rusia ha tenido muchas campañas contra la corrupción. Pero en vez de eso hay que enfrentar el problema como un asunto político y de reformas sistémicas.