María Amparo Casar
La ley de adquisiciones tiene vacíos que incentivan la corrupción

María Amparo Casar es cofundadora y presidenta ejecutiva de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, A.C. Es socióloga por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM y doctora en ciencias políticas por la Universidad de Cambridge y ganadora del King’s College Prize (1979). Se ha desempeñado como catedrática e investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Fue miembro del Comité Editorial de la revista Nexos y miembro del Comité Editorial del Fondo de Cultura Económica. Conferencista nacional e internacional, comentarista y analista política en diversos medios de comunicación. 


Ethos: ¿Cuáles son los principales hallazgos que ha encontrado en sus estudios sobre corrupción en México?

Casar: La corrupción es un problema sistémico en México, pero no quiere decir que esté en nuestro ADN, tampoco es cultural, no es propio de nuestra idiosincrasia. La corrupción no es propia de la democracia ni de los autoritarismos, atraviesa clases sociales, actividades, giros de empresas del sector comercial, agrario, en fin, como le quieras poner, está en todos lados y tiene manifestaciones muy diversas, pero se puede extirpar.

E: ¿En dónde está la corrupción? 

C: Hay que borrar de la mente de los mexicanos que la corrupción está centrada únicamente en el sector público; los ciudadanos, los empresarios, los que participamos en el sector privado o no público también estamos inmersos. Está en que nos venden litros de gasolina que no son de a litro, en tener que pagar un servicio público que es gratuito, en pagar una cuota por inscribir a tu hijo a una escuela pública, en obtener un contrato a través de información privilegiada, en la exoneración de impuestos a ciertas personas que pueden tener influencia sobre autoridades. Está en todos lados y todos participamos en ella.

E: Si ningún país está exento de la corrupción, ¿qué hace a México diferente de otros?

C: La construcción de un modo de vida público y social a partir de la corrupción. La corrupción, en su mayoría, no son actos aislados. La corrupción que más daña al país no pega a través de la suma de los actos de corrupción sino de redes de corrupción que definen la articulación entre autoridades y ciudadanos, así como de autoridades con el sector privado.

E: ¿Cuál es el incentivo que le ofrecemos en este país a los actos de corrupción?

C: La perversión de las instituciones de procuración de justicia que permite que tengamos un 97 por ciento de impunidad en todos los delitos en general y en particular en los de corrupción. Si tú sabes que no se te va a castigar, pues te arriesgas porque hay muy poca posibilidad de que pagues las consecuencias. Si tú cometes un acto de corrupción, la posibilidad de que te denuncien es muy baja; si te llegaran a denunciar, la posibilidad de que te armen una carpeta de investigación sobre ese acto de corrupción, una carpeta robusta que se sostenga, es también muy baja; si te llegaran a armar una carpeta de investigación, que llegara a la fiscalía general o a la fiscalía estatal y se sostuviera ante un juez, la posibilidad de que el juez dicte una sentencia en contra tuya es muy remota, porque puedes también sobornarlos; si el juez llegara a dictar una sentencia condenatoria, la posibilidad de que te vayas a la cárcel es baja; si llegaras a ir  la cárcel, ahí sí es alta la posibilidad de que pudieras seguir delinquiendo desde la cárcel.

E: ¿Cuáles son las consecuencias para un país con altos niveles de corrupción?

C: La corrupción le pega al sistema político, le pega al sistema económico, le pega al potencial de crecimiento de nuestra economía, le pega a la inversión extranjera, le pega a nuestra reputación internacional como un país digno de recibir la inversión extranjera, le pega al sistema económico político y le pega a la ciudadanía en términos de sus ingresos, porque el hogar promedio gasta 15% en gastos de corrupción, pero en los dos deciles más bajos gastan el 33 por ciento.

E: ¿Cuáles son los vacíos legales que permiten que haya impunidad y por ende alimentemos este círculo vicioso de la corrupción?

C: El problema no está fundamentalmente en el marco normativo, si funcionáramos, si este marco normativo realmente se respetara, si las autoridades y los ciudadanos nos comportáramos conforme a lo que dicen las normas constitucionales y legales en este país, habría muy poca corrupción. El problema es que en este país no priva el Estado de Derecho. Sí creo que a través de cambios en las leyes podemos ir cerrando ventanas de oportunidad para la corrupción, pero aun así, si tenemos actores dispuestos a violarlas, tanto del lado privado como del lado público, no vamos a ir a ningún lado.

E: Sin embargo, hay normas que tendríamos que reformar, ¿cuáles deberían encabezar la lista?

C: La ley de adquisiciones [Arrendamientos y Servicios del Sector Público] tiene vacíos, regímenes de excepción que permiten o que incentivan la corrupción. La famosa Estafa Maestra no podría haber ocurrido como ocurrió si no hubiera el régimen de excepción para las universidades y las dependencias. Lo mismo con las empresas productivas del Estado –como Pemex y CFE– que tienen su propia legislación. Hay que combatir el bajo nivel de bancarización en el país, porque eso permite que se lave dinero sin dejar rastro.

E: A nivel institucional, ¿cuál sería el balance de los últimos años?

C: Hemos avanzado mucho en la institucionalización del país, en la creación de órganos autónomos, en la democratización electoral, pero se ha invertido poco y se ha invertido mal en las instituciones de procuración de justicia. Presumimos una fiscalía autónoma, decimos que queremos un Poder Judicial más fuerte, pero se le disminuyen los recursos año con año. Más dinero no es sinónimo de mejores instituciones: se necesitan las dos cosas: recursos y planificación del fortalecimiento institucional. 

E: ¿El Sistema Nacional Anticorrupción es lo que soñamos para el país?

C: En el diseño original hay fallas, tenemos que darle más fuerza. Pero donde hay que poner la lupa es en los Sistemas Estatales Anticorrupción porque, otra vez, la mejor manera de combatir la corrupción es hacerlo de manera integral, y cuando digo integral es que empiece de abajo hacia arriba y también de arriba hacia abajo. Muchas veces empezamos de arriba hacia abajo, como diría Andrés Manuel: “las escaleras se barren de arriba hacia abajo”, pues no, también se barren de abajo hacia arriba, porque si no limpiamos al mismo tiempo todos los niveles o todos los pisos de la corrupción no vamos a lograr el objetivo. Combatirla a través de la mera voluntad gubernamental no es suficiente. 

E: ¿Es fundamental la participación de la sociedad civil en el combate a la corrupción?

C: Sí, en todos los países donde ha sido exitosa la lucha contra la corrupción, ha habido la conjunción de tres sectores: gobierno, sector privado y la sociedad civil. 

E: ¿Cuál es su perspectiva del combate que se hace desde el sector empresarial?

C: En el caso de México, está muy atrasado el combate en materia de corrupción. Las empresas apenas empiezan a meter los códigos de conducta, todo el concepto de integridad corporativa, en donde se concientice a trabajadores, a mandos medios y a mandos altos dentro del sector privado, a enseñarles que hay ciertos actos que aparentemente no son corrupción, pero que sí lo son, como recibir regalos o cabildear para que te den el contrato. Y tener la apertura para que los empleados puedan denunciar estos actos. Se han hecho avances importantes en las asociaciones empresariales para meter códigos de conducta y programas de integridad corporativa, pero es un fenómeno relativamente reciente.