Elizabeth David-Barrett
La idea es que haya distintas instituciones involucradas en la rendición de cuentas

Elizabeth David-Barrett es profesora de Gobernanza e Integridad Política de la Universidad de Sussex, en el Reino Unido, considerada como una de las voces europeas más destacadas en materia antisoborno. Su campo de investigación abarca las interacciones entre el gobierno y el sector privado, en particular las compras públicas, la ética empresarial y las estrategias anticorrupción desde organizaciones patronales. Su trabajo la ha llevado a naciones en vías de desarrollo como Vietnam, Ghana, Uganda y Tanzania, plasmando sus hallazgos en reportes para Transparencia Internacional y el Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido.


Ethos: ¿Cuál es la relación que ha encontrado entre inequidad y corrupción?

David-Barrett: La relación funciona en ambas vías. La corrupción con frecuencia resulta en inequidad. Si piensas en lo que realmente es la corrupción, básicamente es trastocar el orden en el que los servidores públicos deben servir al público, pues en realidad están obedeciendo a intereses privados, o al interés de un grupo pequeño de compinches, aliados o empresarios, así que es comprensible cómo eso puede exacerbar la corrupción. Esencialmente es desviar recursos públicos hacia los bolsillos privados. 

Creo que también podemos verlo desde la perspectiva opuesta, en la que la inequidad provoca corrupción, porque si tienes mucha inequidad, eso implica que muchas personas no pueden acceder a recursos en la sociedad sin recurrir a mecanismos informales; entonces la inequidad puede orillar a las personas a comportarse de manera corrupta solo para sobrellevar situaciones de la vida. 

Hay distintas relaciones ahí, pero también hay paralelos interesantes. De hecho hay investigaciones sobre esta situación en México, como un experimento que se hizo sobre la corrupción en los policías de tránsito, en el que se escogió una intersección donde estaba prohibido dar una vuelta a la derecha, y había un agente de tránsito vigilando. Entonces enviaron a varias personas en distintos automóviles: algunos en coches en malas condiciones y otros en grandes autos que lucían poderosos. Todos ellos hicieron la vuelta prohibida y se registró cuántas veces los detenía el agente. Resultó que las personas en los autos más sencillos fueron detenidos con mayor frecuencia que los que viajaban en los coches más vistosos. 

Esto es un descubrimiento muy interesante, porque sugiere que que si aparentas ser poderoso y parte de la élite, tal vez no exista posibilidad de que seas una víctima de corrupción, porque la policía creerá que no es conveniente detenerte porque claramente estás bien conectado o tienes poder, y eso les traerá repercusiones, mientras que a un tipo pobre en un carro feo lo detienen todo el tiempo con ese pretexto. Eso sugiere que tal vez hay un impacto importante ahí: que a las personas que les va peor, también tienen mayores posibilidades de sufrir este tipo de actos de corrupción.

E: ¿Qué importancia tiene la voluntad política en la lucha contra la corrupción?

D-B: Es muy difícil definir voluntad política, pero en algunos casos en los que he visto progreso, la clave ha sido un líder independiente, tanto de una organización o a nivel nacional, que está comprometido con la lucha contra la corrupción, y que está dispuesto a hacer frente a algunos de los intereses personales establecidos. Eso puede inspirar a las personas. 

Tomando la aproximación de la acción colectiva, podemos entender que no hay muchas personas a las que les guste vivir en un ambiente de corrupción, incluso puede disgustarles estar involucradas en actos de corrupción, pero se les dificulta distanciarse de ese ambiente. No obstante, si ven que alguien en un alto cargo está dispuesto a arriesgarse para dar el primer paso, dispuesto a retar a aquellos con intereses personales y realmente combatir la corrupción para tener un efecto positivo, la gente reacciona, sobre todo en los mandos medios. 

E: ¿Qué países han logrado implementar estrategias para reducir efectivamente sus niveles de corrupción?

D-B: Georgia ha tenido éxito al combatir la corrupción de bajo nivel reemplazando al personal que labora en ciertas instituciones. Por ejemplo, despidieron por completo a los agentes de tránsito y contrataron a gente nueva. También redujeron el número de trámites gubernamentales al disminuir la interacción entre ciudadanos y trabajadores de gobierno, haciéndolos mucho más transparentes a través de ventanillas únicas, un tipo de oficinas en las que se puede tramitar cualquier tipo de permiso o licencia que se necesite, con espacios abiertos donde todos pueden ver quién habla con quién, y no hay manera en que puedan tomar dinero. He visto cosas similares también en Vietnam. 

Esto último es muy importante para deshacerse de lo que yo llamaría corrupción menor, esa que se da al tramitar licencias, permisos y ese tipo de cosas. Combatir esa corrupción es más difícil, se necesita una organización fuerte de procuración de justicia. En Jamaica han invertido fuertemente en una solución distinta, contrataron a nuevas personas, en muchos casos a recién graduados, capacitándolos y fomentando su socialización para que se genere una nueva cultura organizacional, y parece que ello ha sido bastante efectivo en el sentido de cambiar un ambiente sistemáticamente corrupto. Es muy prometedor, y aunque es un contexto muy difícil, esas organizaciones están logrando mucho. 

E: ¿Qué tan importante es la transparencia en el combate a la corrupción?

D-B: Existe un debate sobre la transparencia, si realmente incide en el debilitamiento de las prácticas de corrupción. Estudios recientes indican que no es suficiente para combatir la corrupción, y para que funcione no solo se necesita acceder a la información y publicarla, sino que haya gente interesada en consultarla y, sobre todo, un gobierno suficientemente receptivo y responsable que cuando se exhiban casos de corrupción esté interesado en investigar y deslindar responsabilidades. 

La parte complicada es que la transparencia probablemente solo sirve como una herramienta anticorrupción en un ecosistema de rendición de cuentas, al menos semifuncional. Tales herramientas funcionan mejor en lugares que no son tan corruptos. 

E: ¿Cuál es la importancia de que un país implemente una aproximación de ecosistema en el combate a la corrupción?

D-B: En esencia, la idea es que haya muchas y distintas instituciones involucradas en llamar a rendir cuentas a los servidores públicos, y si se crean muchas, inicialmente podrían vigilarse unas a otras y entre ellas obligarse a rendir cuentas. También pueden cubrir distintas áreas de poder y acotar las posibilidades de cometer corrupción.

Si pones todos los huevos en una sola canasta y apuestas a fortalecer un sistema de procuración de justicia o algo así, entonces ese sistema podría corromperse. Es bueno saber que la gente está siendo observada desde distintos ángulos.

E: ¿Cómo han evolucionado las aproximaciones teóricas del combate a la corrupción?

D-B: Desde una perspectiva teórica, hay un par de descubrimientos relativamente recientes. Uno es el debate sobre la corrupción sistémica y la idea de que debe ser un problema de acciones colectivas, en lugar de un problema de un agente-principal. Se enfoca en cómo una persona que no necesariamente quiere ser corrupta puede verse atrapada en un ambiente de corrupción cuando no tiene un incentivo para salir de él. 

Otro es el que se enfoca en las normas sociales y lo que podemos aprender al pensar más sobre cómo afectan el comportamiento. Tiene que ver con lo que la gente espera que hagamos, cómo se comportará y qué es lo que considerará mala conducta. Todas las cosas que inciden en el actuar de las personas. Yo me abstendría de utilizar la palabra “cultura” en este contexto, porque esta tiene la connotación de ser inmutable.