Daniel Moreno
La discrecionalidad en la asignación de publicidad oficial es posible detonante de corrupción

Daniel Moreno ejerce el periodismo desde hace más de tres décadas. Comenzó como reportero del diario Unomásuno y desde entonces ha trabajado en las redacciones de medios como El Economista, El Financiero, Reforma, Revista Cambio, El Universal, Milenio, Excélsior y W Radio. En 2010 fundó el portal de noticias Animal Político que dio a conocer el reportaje “La estafa maestra: graduados en desaparecer dinero público”, que reveló el uso de más de un centenar de empresas fantasma para desviar millones de pesos de dinero público, y se hizo ganador del Premio Nacional de Periodismo 2017 y el Premio Ortega y Gasset 2018.


Ethos: ¿Crees que hoy existe un mayor interés del público por las historias sobre corrupción?

Moreno: Yo creo que sí. Durante los últimos cinco años el tema de corrupción pasó a ocupar un espacio muy importante en el interés público. Las notas sobre corrupción, sin duda, han sido las más leídas en Animal Político. Todas las encuestas son muy claras, sí es un tema que interesa; sin embargo, no es sencillo convencer a la gente de que lea sobre la corrupción porque también es un tema muy normalizado. Algunas veces la respuesta del lector parece ser: “otro caso más que quedará impune”. Informar sobre corrupción tiene como retos sorprender, documentar, probar, acompañar los trabajos con rigor periodístico y las dos grandes dificultades son la impunidad y la normalización.

E: ¿Cómo cambió la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública la manera de hacer periodismo?

M: Es uno de los cambios en la metodología y en el oficio periodístico más importantes de la historia reciente de este país. Pudimos tener acceso a documentos que no eran públicos antes, estábamos muy frecuentemente sujetos a la voluntad del funcionario o a la filtración. Antes, el periodismo sobre corrupción adolecía de tener que esperar a que alguien filtrara información. La Ley General de Transparencia abrió la puerta para que los periodistas pudiéramos tomar la iniciativa sobre ciertos temas, revisar contratos, empresas, salarios, nombres, parentescos, grupos de interés.

E: Los legisladores cuentan off the record que La casa blanca fue el parteaguas para el Sistema Nacional Anticorrupción y que La estafa maestra sirvió para la nueva ley contra las factureras, ¿piensas que el periodismo puede servir para hacer políticas públicas en el país?

M: Puede servir. Uno quisiera partir siempre desde la base de que lo que publicas les sea de utilidad a los políticos para hacer políticas públicas, pero también siempre subrayaré que ese no puede ser el objetivo de los periodistas porque sería un trabajo muy frustrante. Tú pones dos ejemplos, pero a lo largo del sexenio de [Enrique] Peña se publicaron 500 denuncias más y no pasó nada. Los periodistas de todos los medios hemos denunciado a cientos, decenas de corruptos que están libres y felices.

E: ¿Hay un acto de corrupción en la asignación discrecional de partidas presupuestales de publicidad a ciertos medios de comunicación?

M: Yo creo que hay un acto de posible corrupción, no me atrevo a decir que de corrupción porque eso habría que probarlo. Yo creo que la asignación de publicidad oficial y la discrecionalidad en cualquier contrato de cualquier cosa es un posible detonante de hechos de corrupción. Sin duda, abre la puerta. Si tú le das dinero a un funcionario y ese dinero lo puede distribuir como se le dé la gana sin rendirle cuentas a nadie, sin siquiera establecer criterios y procesos transparentes y reglas claras, pues, claro, se vuelve una locura. Hoy un funcionario del gobierno le puede asignar dos pesos a uno y 100 pesos al otro [medio de comunicación], no está cometiendo ninguna irregularidad porque no tiene ningún documento que establezca las reglas, entonces es susceptible de ser un hecho de corrupción.

E: ¿Cómo se pueden sobreponer los medios a la influencia de la publicidad oficial sobre sus líneas editoriales?

M: Ese es un tema complicadísimo siempre. En este país, el modelo de negocios del periodismo se sustentó los últimos 80 años en la publicidad oficial, no en los lectores y no en otros modelos publicitarios. Si nosotros revisamos los medios en general, podemos encontrar los que han dependido en un 20, 40, 80, 100 por ciento de la publicidad oficial. Eso evidentemente limita tu libertad editorial, ¿cómo vas a investigar algo si el poder es el que te mantiene? Los medios tendríamos que repensar nuestro modelo de negocios, voltear a los lectores nuevamente. La publicidad oficial ha generado tal cantidad de vicios que hoy los grandes periódicos del país tiran 70,000 ejemplares y hay periódicos que venden 5,000 ejemplares y sobreviven gracias a que la publicidad oficial es su principal sostén. Creo que en este sexenio, la baja de la publicidad oficial en términos de monto está obligando a más de un medio a repensar, esperemos que sea un camino para bien. 

E: ¿A qué tipo de presiones te has enfrentado o se ha enfrentado el equipo de Animal Político a la hora de reportar la corrupción?

M: A la presión del funcionario y de la amenaza, a la presión de condicionar la publicidad oficial como herramienta para la publicación de una nota, eso es algo más o menos cotidiano, por eso mi insistencia de que la publicidad oficial nunca supere cierto porcentaje del ingreso total porque si no, es normal que la presión tenga efectos. Esa es hoy por hoy el arma más importante de los voceros para presionar.

E: Hablaste además de amenazas, ¿de qué tipo?

M: Amenazas normales, te diría que para mí el tema de las amenazas para los periodistas que vivimos en la Ciudad de México es relativamente menor. Frente a lo que viven compañeros de Veracruz, Guerrero, Michoacán o Tamaulipas, el que un funcionario te diga cualquier tontería es un detalle menor.

Siempre que publicamos un hecho de corrupción, el primero en enterarse es el funcionario involucrado, lo normal es que se enteren por lo menos una semana antes de que se publique. En La estafa maestra todos los funcionarios se enteraron antes, Javier Duarte se enteró dos semanas antes.

E: ¿Cuál fue la respuesta de Javier Duarte?

M: En el caso de Javier Duarte fue intentar sobornar tanto al reportero como a los editores.

E: ¿Y en el caso de “La estafa maestra”?

M: Algunos de los funcionarios denunciados era gente que por razones de trabajo yo conozco de hace tiempo y entonces hubo una mayor molestia y hubo el típico “si somos cuates” y ese tipo de cosas, pero fueron presiones manejables, siempre en el entendido de que si tú tienes independencia económica, la independencia editorial es una consecuencia más o menos lógica.

E: Y ahora tenemos presiones públicas desde la [conferencia] mañanera…

M: Tenemos a un presidente de la República que en las mañaneras ha dado cuenta de que se inconforma, no le gusta el periodismo que documenta hechos equivocados, fallidos o irregulares de este gobierno. El presidente siempre argumenta que él tiene derecho a opinar; creo que no es un tema de opinión, es un tema de adjetivación. Él dice que el periodista que documenta tal o cual caso es un deshonesto, es un corrupto, que tiene que estar pidiendo perdón por sus alianzas con el pasado. Lo que claramente está haciendo el presidente es adjetivar y atacar a periodistas, no desmentir las investigaciones.

Ese es un primer nivel, creo que hay un segundo donde desde voceros oficiales hasta simpatizantes y seguidores del presidente han tomado la decisión de acosar desde sus trincheras –que normalmente son las redes sociales– a quienes hacemos periodismo. Por una razón natural, porque somos un medio digital, las redes sociales son un terreno en el que nosotros nos movemos mucho, ahí ha habido un acoso regular en contra de Animal Político, en contra de sus periodistas y, como publicamos hace un par de días en la editorial, estamos convencidos de que el interés es inhibir el ejercicio periodístico. Creo que sí hay una relación entre voceros oficiales y campañas de acoso digital, que no es simplemente la iniciativa de un par de tuiteros. Esa parte nos tiene que preocupar. Que desmientan la nota, no que ataquen al periodista.

Es indispensable una crítica de los medios y de los periodistas; en cada encuesta se ha mostrado que nuestro nivel de credibilidad es bajo y que nos hemos ganado en parte esa falta de credibilidad precisamente por las alianzas con el poder. Asumamos que eso es un dato real. Hay otro elemento que es importante y que puede ser incluso preocupante: hoy por hoy, es muy claro que la gente busca confirmar prejuicios e ideología más que enterarse, hay un sector de los lectores –no menor– que se afilia a un medio o a un comunicador porque coincide ideológicamente con él, no porque le parezcan acertados sus contenidos  

Convencer de lo contrario a alguien que opina algo, es cada vez más difícil porque nos estamos moviendo en burbujas muy definidas en términos ideológicos. Esa parte nos tiene que preocupar, porque a la revelación periodística se le antepone el discurso ideologizado y no las pruebas. No es ni de lejos una lógica mexicana, es un fenómeno mundial. 

E: ¿Por qué piensas que México es un país tan corrupto?

M: Es una pregunta que seguramente nos llevaría tres días y yo ni de lejos soy especialista, solo te puedo dar una opinión limitada como periodista. Estoy convencido de que la corrupción ha sido en México la opción para escalar socialmente, ganar más dinero. Es claro que ha habido sectores muy importantes de la población que han identificado el ejercicio del poder político con el ascenso social y con la corrupción, y eso es lo que ha desatado las cosas. 

Creo, además, que la impunidad ha sido caldo de cultivo de esto. Si tú le dices a la gente que ser corrupto es que no pase nada, si tú le dices que además ser corrupto es ser político, si tú ves que la corrupción es la que te abre las puertas, la que te resuelve trámites, la que te permite contratos públicos, me parece lógico que haya un estímulo para ser corrupto. Yo no creo que la corrupción sea un tema que lleves en la sangre.