Daniel Lizárraga
El combate a la corrupción es permanente, aún en las democracias más sólida

Daniel Lizárraga es egresado de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM. Ha sido reportero desde hace 28 años y director de unidades de periodismo de investigación ganadoras de múltiples premios como la de Carmen Aristegui en MVS y la de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad. Fue coordinador de la investigación La casa blanca de Enrique Peña Nieto y es autor del libro La Corrupción Azul, el despilfarro en las transiciones presidenciales. Actualmente es editor de El Faro y profesor del CIDE.


Ethos: ¿Ha habido algún cambio positivo en la lucha contra la corrupción desde que se empezó a tomar en serio, al menos discursivamente, con la renovación moral de Miguel de la Madrid hasta ahora?

Lizárraga: Yo creo que a nivel de país hay una concepción mucho más clara de que es uno de los mayores problemas. Pienso que de alguna manera la caída del PRI es en buena parte por eso, hubo un voto de enojo o de castigo contra el sistema por los niveles de corrupción, no recuerdo ningún otro gobierno tan corrupto como el de Peña Nieto. En ese sentido, creo que sí hay un avance en cuanto a la concientización, lo que no creo es que se vaya a acabar la corrupción por decreto; es decir, no se termina porque Andrés Manuel lo diga o porque lo haga ni porque él sea honesto, es un problema muchísimo más complejo. Es un mal endémico de las democracias. El combate a la corrupción es permanente, aun en las democracias más sólidas. 

E: ¿Cómo se forman los profesionales de la corrupción?

L: Primero por la ambición de poder y segundo porque hay en juego muchísimo dinero y eso siempre corrompe. Los grandes contratos del gobierno son una tentación para estas gentes porque además hay un sistema financiero internacional que actúa en su favor; los paraísos fiscales, por ejemplo, son una cloaca del sistema y todos los países se hacen de la vista gorda. Todo el mundo se queja de Panamá, pero van y dejan el dinero allí o en Barbados o en las Islas Vírgenes. ¿Cómo se van gestando? Pues como todos, con la práctica. Cada vez son más sofisticados en estas cosas. Evidentemente hay personas que lo hacen a nivel muy básico y quizás sean las más fáciles de atrapar, pero hay otras a las que es muy complicado agarrar, como los lavadores de dinero del narcotráfico que lo invierten en no sé cuántas cosas a las que ni la autoridad ni los reporteros hemos podido o no hemos sabido cómo llegar. 

E: ¿En México hay mayor interés por leer periodismo de investigación?

L: No sé si por leerlo, yo creo que hay un mayor interés por lo que alcanzamos a revelar, me parece que más que interés, es una responsabilidad. Tenemos que seguir trabajando durísimo. Para tener una democracia sólida, hay que tener gente mejor informada. Si algo he reflexionado sobre la última elección es que la gente esta vez salió mejor informada a votar y eso es un buen trabajo de nosotros, hablo de todos los colegas y las colegas, de todas las generaciones que trabajamos en eso, cada quien con su grano de arena. 

Eso es lo que tenemos que hacer: seguir trabajando con la misma intensidad para que dentro de seis años la gente salga a votar lo más informada posible y que tome la decisión a partir de lo que nosotros podamos informar, que juzgue a partir de lo que nosotros informamos, no solo del discurso oficial. Nuestro trabajo siempre va a caerle bien a uno y le va a molestar al otro, hay que tener la piel muy dura para saber que hay un sector que simpatiza o que está en contra del régimen, que no le va a gustar, pero lo importante es que no te desmientan. Los ataques no los vas a poder evitar.

E: ¿Qué condiciones debe haber en México para que haya más periodismo de investigación y en 2024 se dé una elección mucho más informada?

L: Es una reflexión que tenemos que hacer entre todos. En el gremio en general estamos en una crisis tremenda por la gran cantidad de despidos que hay, porque la situación económica de los medios es terrible y yo creo que tenemos que buscar la manera de financiar al periodismo de investigación de forma distinta. No hay modelos perfectos, pero hay que buscar cuál sería el que más se adapta a las circunstancias de los mexicanos, uno podría pensar en ProPublica en Estados Unidos, en El Faro de El Salvador o ElDiario.es en España. Tenemos que aprender a hacer negocios, no sé cómo, hay que empezar a pensar como empresarios y pensar cómo financiar un medio.

E: ¿Cuál es tu diagnóstico de los primeros años del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA)?

L: No entiendo. No entiendo en la realidad, en la calle y ahora mismo, qué hacen y cómo lo hacen. Me parece un trabajo que a lo mejor existe, pero poco visible por el aplastante dominio del régimen, tiene que ser más proactivo en lo que está haciendo porque le falla mucho la comunicación externa. En cuanto al diseño, no veo nada mal el Sistema.

E: ¿Te parece que la transición del 2000 trajo mejores instituciones para combatir la corrupción?

L: Yo creo que, salvo el Instituto Nacional de Acceso a la Información [INAI], nada. No me imagino muchos de los golpes periodísticos que se han dado del 2000 para acá sin la intervención del INAI. Seamos sinceros: tiene muchísimos defectos y, sobre todo, el poder ya se dio cuenta que no los puede dejar sueltos. La Ley de Transparencia salió porque [Vicente] Fox no se daba cuenta de lo que estaba haciendo, para bien de nosotros. ¿De dónde salió el Toallagate? De ahí. ¿De dónde sacamos lo de los vestidos de Marta [Sahagún]? De ahí. ¿De dónde sacamos los excesos de Los Pinos? De ahí. Ahora [los que administran este gobierno] tienen un gran reto, de repente cierran cosas que no deberían de cerrar, [dicen que] ha sido costoso su mantenimiento. Sí, pero de eso a que no sirvan es un asunto completamente distinto.

E: ¿Qué piensas del desempeño de la Auditoría Superior de la Federación?

L: Está desaprovechada, subutilizada y muy mal comunicada. Me parece que antes no tenía dientes, ahora ya los tiene pero no tiene colmillos y comunica muy mal lo que hace. Creo que le tendrían que dar un peso mucho más fuerte en el SNA y no sé si tenga que seguir perteneciendo a la Cámara de Diputados. Hay que pensar en un esquema completamente distinto. Pero más allá de eso, creo que también hay una crítica hacia nosotros en ese sentido. Si te fijas, cada que hay un informe de la Auditoría hacemos mucho escándalo. Yo me acuerdo, desde la época de Ernesto Zedillo, “se desvió tanto dinero”, al año siguiente “se desvió tanto”. ¿Y luego qué pasó? Quién sabe. Ni nosotros con la información que nos da la Auditoría somos capaces de darle seguimiento a lo que pasa con una revelación. Un ejemplo de las escasas veces que ha habido algo fue con La estafa maestra, pero es un caso de miles.