Francis Fukuyama
Reducir la capacidad del político en nombramientos burocráticos y cargos públicos

Francis Fukuyama es un politólogo estadounidense. Profesor emérito del Instituto Freeman Spogli de Estudios Internacionales de la Universidad de Stanford, fue miembro del Departamento de Ciencias Políticas en la Corporación RAND, y del equipo de Planeamiento Político del Departamento de Estado, en Estados Unidos. Desde la publicación de su libro El fin de la Historia y el último hombre (Free Press, 1992), ha desestimado las ideologías políticas y ha apostado al progreso desde las ciencias sociales.


Ethos: ¿Recuerda algún caso de liderazgo carismático que ejemplifique este concepto?

Fukuyama: Eso se vio en la República de Georgia porque Mijeíl Saakashvili, quien era el presidente de la época en que se hicieron estas reformas, trabajó mucho para limpiar la corrupción en la policía y en la burocracia. Pero luego no tuvo ningún desafío en su ejercicio del poder. Comenzó a abusar de los prisioneros, cometió violaciones de los derechos ciudadanos, les quitó propiedades a empresarios por la vía jurídica, cometió una gran cantidad de abusos y, como resultado, fue expulsado del poder y todo su legado se vio amenazado.

Por ese motivo creo que las reglas y las instituciones son más importantes que cualquier líder en particular. 

E: ¿Existe una mayor voluntad política por combatir la corrupción en un gobierno de izquierda o de derecha?

F: Hay ciertos tipos de regímenes de derecha que son básicamente cleptocracia, es decir,  la única razón por la que las personas entran en política es para poder robar dinero y actuar como depredadores de nuestra propia sociedad. Muchas veces, los políticos de izquierda están más motivados por una ideología, entonces quieren justicia social o equidad, y para eso utilizan el poder, pero hemos visto muchos regímenes de izquierda que se han entregado a prácticas altamente corruptas.

El mejor ejemplo de eso es la Venezuela contemporánea, donde se tuvo una revolución de izquierda, la revolución bolivariana dirigida por Hugo Chávez, que se ha degenerado en, básicamente, una conspiración criminal, así que no creo que haya ningún monopolio de virtud de los regímenes de izquierda. 

E: En América Latina las fórmulas políticas encabezadas por empresarios se han planteado como una solución a la corrupción e ineficacia gubernamental, ¿es esta una buena alternativa?

F: Dirigir una empresa, incluso una gran empresa pública, es muy diferente a ser el líder democráticamente elegido de un país, el liderazgo público es muy diferente. Sí, necesitas eficiencia administrativa, pero también necesitas muchas otras habilidades que los ejecutivos corporativos generalmente no tienen, como visión moral sobre lo que quieres hacer con tu poder político, y la capacidad para comunicarte con el público, para movilizar a los simpatizantes y que actúen en una esfera política extremadamente compleja. La mayoría de los líderes empresariales realmente no tienen esa habilidad. 

Donald Trump fue elegido, en parte, por el argumento de que era un gran líder empresarial, aunque posteriormente descubrimos que en realidad era una especie de fraude como hombre de negocios, y que llevó ese mismo fraude al gobierno de los Estados Unidos. Creo que estamos mucho peor por haber votado por alguien como él. 

E: ¿La alternancia partidista y la competencia por el poder político son factores que impulsan una agenda de combate a la corrupción?

F: La competencia política proporciona incentivos para, por ejemplo, usar el tema de la corrupción como un medio para acceder al poder; el problema es que en muchos de estos casos, los partidos políticos solo quieren terminar con la corrupción de sus opositores, y si son elegidos, usarán las mismas técnicas para poner a sus propios simpatizantes en puestos de poder.

En este sentido, la competencia política no resuelve el problema de la corrupción, sino que se convierte en parte del problema, incluso incrementa la corrupción, porque básicamente por lo que compiten los partidos es por la posibilidad de usar dinero público para promover su propio interés partidista.

Por eso se necesita un tipo de sistema muy diferente que, por ejemplo, reduzca la capacidad de un político para interferir en las decisiones burocráticas, disminuyendo el número de nombramientos a cargos públicos. Estas son cosas que han adoptado países como Gran Bretaña, Francia o Alemania. Mi país, Estados Unidos, no es tan bueno en esto. Todavía permitimos muchos nombramientos políticos, y creo que es particularmente evidente en esta administración [de Trump] que la manera en cómo designamos a muchos funcionarios ha resultado en corrupción.

E: ¿Qué papel juega la voluntad política de un gobernante para impulsar el combate a la corrupción?

F: Creo que la voluntad política es una metáfora engañosa, porque sugiere que es solo cuestión de que algunas personas decidan qué es lo correcto. En la política, la voluntad política es en realidad el producto de una coalición. No se puede hacer nada en política, no se puede aprobar una ley, no se puede hacer cumplir la ley ni cambiar los incentivos en el sistema político a menos que reúnas a una coalición de actores, y eso implica a los partidos políticos, las organizaciones de la sociedad civil, los medios de comunicación y a los ciudadanos comunes que quieren cambiar algo.

E: ¿Qué tan importante es la transparencia para un combate efectivo a la corrupción? 

F: La transparencia es un punto de partida. No puedes luchar contra la corrupción de ningún tipo si no sabes qué está sucediendo, así que, obviamente, la información en medios libres, en las manos de las organizaciones de la sociedad civil que están observando las acciones de los funcionarios del gobierno, es un factor clave.

En otros casos, como el soborno, muchas veces se tienen grandes revelaciones de corrupción a gran escala, pero no hay un mecanismo de aplicación de la ley para hacer que los corruptos rindan cuentas. Creo que lo que hemos demostrado en los últimos años es que la transparencia sin mecanismos reales de rendición de cuentas, y sin ciudadanos que se preocupen por la rendición de cuentas, no va a funcionar.

E: Ante esta situación ¿cuál sería el rol de las organizaciones de la sociedad civil?

F: En la mayoría de los países existen organizaciones de la sociedad civil a las que no les gusta la corrupción, que luchan por mayor transparencia y rendición de cuentas. En un país en proceso de modernización, a menudo el sector empresarial puede ser un personaje importante, porque para muchas empresas es vital tener un piso parejo, tener la certeza de que el gobierno no beneficiará a ciertas compañías que pagaron sobornos, o dará acceso especial a los políticos. 

México es un buen ejemplo de una situación en la que una gran parte del sector privado ha descubierto cómo jugar el juego político corrupto, para conseguir que los políticos estén de su lado y obtener favores especiales debido a sus conexiones con el sistema político.

Lo que se necesita es un sector privado más competitivo, que tenga intereses más diversos, en el que no todos estén siendo beneficiados por sus conexiones personales con los políticos y, si se organizan, pueden presionar para la creación de leyes anticorrupción que no permitan este tipo de favoritismo. 

E: ¿Qué tan complicado es implementar medidas anticorrupción en países en vías de desarrollo y cuáles son los obstáculos más difíciles por vencer?

F: El problema es que las reglas malas no están ahí por ignorancia, sino porque alguien se está beneficiando de ellas y, por lo general, las personas que se benefician de ellas son los actores políticos más poderosos de la sociedad.

Si vas a crear mejores reglas, y si vas a hacer que se cumplan, vas a enfrentar un desafío político para sacar a esas personas del poder, y a sustituirlas por personas que quieren vivir bajo un sistema diferente. Por lo tanto, sin una lucha política, creo que simplemente no va a suceder.