María de la Luz Mijangos Borja es titular de la Fiscalía Especializada en el Combate a la Corrupción desde 2019. Licenciada en Derecho por la Universidad Iberoamericana y doctora en Economía Aplicada al Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Durante 10 años trabajó en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en donde estudió presupuesto, fiscalización y combate a la corrupción. También es autora del libro Gastos fiscales y reconversión industrial, publicado por la Universidad Complutense.
Ethos: ¿Cuáles son los flancos débiles del combate a la corrupción?
Mijangos: El principal reto que tenemos en el combate a la corrupción es la coordinación entre las distintas instancias de gobierno responsables de erradicar este delito, el cual se ha convertido en un fenómeno complejo, porque ha escalado y escalado, ahora prevalece la corrupción política, pero también se ha convertido en un asunto cultural. La corrupción en el país va escalando, nos hiere como sociedad y afecta a todo el país.
El problema de la corrupción es que accede a estructuras de poder y, desde ahí, orienta la dirección de la corrupción. Eso pasó en los últimos sexenios. Lo vimos con el caso Odebrecht, el cual nos enseña que la corrupción puede ser algo planeado estratégicamente para acceder a quienes, en su momento, van a tener la facultad de decidir grandes contratos o hacer grandes reformas a la normatividad.
E: ¿Le preocupa la captura del poder político?
M: Para mí el reto es la corrupción que atrapa al poder, la que penetra las estructuras y desde ahí genera las condiciones para que se dé la corrupción. ¿Por qué esta corrupción me preocupa? Porque es estructural y entonces tiene unos volúmenes de manejo de recursos que incide en todas las otras áreas, incide en el tema de la seguridad, en la desigualdad económica, en las condiciones para invertir en México. Hay que detectar, investigar, judicializar y finalmente sancionar este tipo de corrupción.
E: ¿Considera que los mexicanos perciben que el actual gobierno castiga a los corruptos?
M: El castigo se entiende en dos sentidos: primero, que los corruptos devuelvan al pueblo lo robado, por eso el presidente [Andrés Manuel López Obrador] crea un instituto con ese nombre; y segundo, la gente celebra cuando se castiga al corrupto, cuando va a la cárcel o tiene una sanción grave. Cuando yo he discutido esto, sobre todo con la Función Pública, les digo muchas veces que cuando ellos inhabilitan a servidores públicos, la gente dice sí, pero qué les importaría no volver a trabajar en el servicio público si se van a ir a disfrutar lo que se llevaron. Entonces tenemos que trabajar en la parte de comunicar, que las sanciones para la corrupción no sean el binomio impunidad-corrupción, sino comunicar que la impunidad sí se reduce cuando sancionas administrativamente, aunque la percepción de corrupción no se reduzca.
E: ¿Cuáles son las prioridades en el combate a la corrupción?
M: Lo primero que hay que hacer es desarticular las redes de corrupción, estos mecanismos ya muy hechos, como por ejemplo el de las empresas fantasma, hay que diseñar cómo frenar estos mecanismos de contrataciones con estas empresas. O qué hacer para que las obras no se queden inconclusas en los municipios, en los estados o en la Federación. Y luego está el costo del endeudamiento de municipios, estados o Federación, que adquieren deudas por años.
E: ¿Cómo va el trabajo de coordinación entre las distintas instancias del Sistema Nacional Anticorrupción?
M: En las conversaciones con diversas instancias soy bastante prosistema, les digo que el combate a la corrupción tiene tres partes: el denunciante; el que investiga y presenta la acusación, y el que juzga. Si no se armonizan estas tres partes, no se alcanzan los objetivos. ¿Qué hemos logrado desde esta Fiscalía Anticorrupción? Tengo muy buena relación con la Función Pública, también con la UIF [Unidad de Inteligencia Financiera] y con la Auditoría Superior de la Federación; son mis aliados públicos principales.
Más o menos 70 por ciento de las denuncias las presentan las autoridades, mientras que 30 por ciento provienen de ciudadanos. Entonces, la calidad de la denuncia es muy importante, sobre todo, por ejemplo, las auditorías; si recabas bien las pruebas, agilizas el plan de investigación que hacen los ministerios públicos cuando reciben una denuncia. Después, nosotros tenemos que integrar una muy buena carpeta. Esa es la segunda parte, la de procuración de justicia. Debemos ser muy cuidadosos, tener las pruebas necesarias para el juicio, y la tercera parte es la impartición de justicia.
Si no estamos en la misma frecuencia se cae todo. En la Fiscalía hay tres retos, estamos en una etapa de transición y no es fácil. El primero es el cambio de Procuraduría General de la República a Fiscalía General de la República; el segundo reto es el sistema acusatorio, los funcionarios que tenemos del anterior sistema son muy buenos, honestos, disciplinados, pero les cuesta trabajo entender el nuevo sistema, es muy difícil. Y el tercer reto es la propia Fiscalía, cómo insertamos una visión moderna de delitos de corrupción en un sistema basado en delitos tradicionales.
E: ¿Cómo pondera el trabajo de la UIF?
M: La UIF denuncia. Ellos no tienen nada que ver con la Fiscalía, es simplemente un denunciante como lo puede ser un particular. Ellos me entregan el texto, a mí me llega y yo investigo el delito de corrupción. Pongamos como ejemplo el caso de enriquecimiento ilícito. Detectamos que una persona tiene movimientos inusuales en ciertas cuentas, que recibe efectivo por 100 millones de pesos, que es un servidor público (solo reviso servidores públicos), y entonces veo en qué ha participado para saber qué le acredito. Acreditarle cohecho es muy difícil, acreditarle peculado no lo es tanto; empiezo a ver si le puedo acreditar el delito para luego pasarlo a lavado de dinero, porque la UIF ya tiene las operaciones, entonces la ilicitud de los recursos viene dada por un delito precedente. Así tengo que encontrar ese delito precedente y de tal modo le puedo acreditar lavado, pero este nunca va solo, puede estar relacionado con un secuestro.
E: ¿Cómo están funcionando los Sistemas Estatales Anticorrupción?
M: Desafortunadamente son como el nacional, con los mismos vicios, pero mucho más acendrados por la captura del poder político. Lo que se ha logrado a nivel nacional ha sido bueno, me parece que cada uno de los presidentes que ha habido en el sistema anticorrupción ha marcado su huella, su estilo, me gusta; pero en los estados no se logró eso y sí se capturó mucho más al sistema y esto no debe ser.
E: ¿Considera que en este sexenio puedan llegar a coordinarse todas las instancias del Sistema Nacional Anticorrupción?
M: Estoy segura de que sí, de que se va a lograr. Estoy convencida de que va a funcionar y que, junto con el Poder Judicial, lo haremos. Estamos empeñados y hay voluntad de las partes para conseguirlo. Es mover a muchos elefantes blancos, pero lo vamos a lograr.
E: ¿Hay alguna experiencia internacional de combate a la corrupción que le guste, que sienta que ha tenido éxito y que se pueda aplicar en México?
M: Pues he estudiado muchas. Siempre se pone la de Italia, pero se dio en circunstancias específicas. Está la experiencia de Colombia, ahí hay cosas que a mí no me gustan, como lo del testigo remunerado. La figura es parecida a la que nosotros tenemos del imputado colaborador, que da medidas de beneficio para los testigos. Pero allá [en Colombia] se hizo exponencial. El testigo era muy bien pagado y se iba del país, pues con ese dinero se podía instalar en Estados Unidos o Canadá, era un gran incentivo. Esa parte no sé si todavía me encante.
Me gusta el modelo de Brasil. Creo que hay que crear un modelo propio pero el brasileño ha sido muy eficaz, por ejemplo, con el caso Odebrecht, con todas las deficiencias y cuestionamientos de posible politización de los casos, llevar a expresidentes a juicio, de que no haya intocables, me gusta, porque en el momento en que hay intocables se trastocan los modelos. Frente a eso están los estudiosos que nos advierten sobre riesgos de desestabilización. Cuando hay un combate así, existe una gran inestabilidad política.
E: ¿Vamos a tener algún expresidente preso en este sexenio?
M: No necesariamente, pero sí a todas estas grandes figuras emblemáticas de la corrupción, más que expresidentes. Que no haya impunidad. Todo esto se acaba cuando no hay intocables.